Y hoy, como si estuviera ante la gloria estremecida del palio de la Esperanza en el silencio expectante de la calle Adriano, antes de levar el ancla de su llamador para que aquel jardín de la gloria suba a los cielos de Sevilla y de Triana, el pregonero le ofrece a la Virgen trianera como piropo de amor una sencilla oración a modo de salve
Dios te Salve María
Reina y Madre capitana
Lucero en la noche oscura
Y Estrella de la mañana.
Dios te salve, marinera
Por siempre llena de gracia.
El Señor está contigo
Y con quien busca tu cara
En los momentos de gozo
Y en las penas más amargas.
¡Bendita por siempre seas
Bendita Madre del alma!
Santa María, Señora
Hija de Joaquín y Ana
Ruega a Jesús por tus hijos
Que ante la lucha diaria
Te piden tu protección
Piden tu amparo y tu calma
Ante el mar embravecido
de las caídas humanas.
Junto a Ti, Virgen bendita
Solo hay hoy, nunca hay mañana.
Que bien lo sabe tu gente
Que bien lo sabe Triana
Cuando vienes por el puente
De regreso hasta tu casa
En aquella calle larga
De la pureza más casta.
Lo sabe el Guadalquivir
con el rumor de sus aguas
lo saben las azoteas
de cales y sol bañadas
y lo saben los geranios
y el vuelo de la espadaña
con su quejido de bronce
que es repique de campanas.
Y lo sabe el corazón
que te reza y que te canta
una plegaria de amor
una salva de alabanzas
y los piropos más bellos
hechos requiebros de plata
y una salve marinera
cuando se rinde a tus plantas.
Lo sabe bien quien te implora
Lo sabe bien quien te ama
Y quien al verte no puede
Evitar decirte ¡guapa!
Y lo sabe quien te busca
Seguro en la confianza
De encontrar en tu semblante,
El rostro de la ESPERANZA.
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