No fue un sueño que es verdad Que el Señor a mi me hablaba Desde el silencio más hondo En el fondo de mi alma
Que yo lo oí en una tarde Cuando salió de su casa Escoltado por sus hijos También con túnicas blancas Con una Cruz en el pecho, Sobre una luna encarnada. Son hijos de la Amargura
Y del silencio que habla Desde la proa de su paso, En la tarde más soñada, Sobre el río de sus calles Sobre el agua de sus plazas Tras una cruz de madera Con cantoneras de plata.
No hay comentarios:
Publicar un comentario