Parece que es la hora, y no es la hora. Parece que está todo... y algo falta. Parece que la alcanzo y es más alta. Parece que se acerca, y se evapora.
Parece que amanece, y es la aurora. Parece que es su voz, me sobresalta, y siento que algo huye, algo salta como una luz esquiva y brincadora.
Pero sigo esperando, que a mi modo, en ese hueco de esperarla, todo
me sabe a la alegría del reencuentro.
Si en mi pulso ya late su latido,
¿qué será cuando, al ver que ya ha venido, la semana de Dios me suene dentro?
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